Hace unos años “amor” fue elegida
como la palabra más bella del castellano. Lo cierto es que es una palabra
bella, tanto por su significante como por su significado. A pesar de todo creo
que la usamos poco. Ponemos poco en práctica el amor. Vivimos con prisas y estresados y esto nos impide
disfrutar el amor día a día y únicamente prestamos atención al amor romántico,
de vez en cuando. Sin embargo, el amor es el motor del ser humano y debería
serlo desde el primer segundo de vida (quizá antes). Por eso me alegro de que
empiece por “A” y se convierta en la primera entrada de este diccionario básico
de crianza consciente.
Podría haber escogido apego como primera opción pero considero que amor es mucho más universal y que abarca una emoción mucho mayor, y esta emoción es la que debemos transmitir a nuestros hijos. Los padres tenemos la oportunidad de enseñar a amar a nuestros hijos. Sí, enseñar a amar y a respetar a los demás, enseñarles a amarse a si mismos. Es algo tan fundamental que a veces creemos que es algo innato y no puede enseñarse. Pero los niños aprenden el lenguaje del amor a través de sus padres de ahí la importancia de que este lenguaje sea fluido e incondicional. De ahí la importancia de que el ritmo vertiginoso de vida que llevamos no nos robe un segundo para decirle a nuestro hijo cuánto le queremos y cuanto nos gusta estar con él. El niño amado crecerá más seguro. Encontrará en su hogar un refugio ante los problemas de la vida. Pero el amor de los padres, cuidadores y personas cercanas al niño debe ser incondicional y no estar sujeto a condiciones externas o a comportamientos del niño pues el amor condicionado (“si no comes, mamá no te va a querer”) creará inseguridad y ansiedad en el niño. Una frase que para nosotros puede carecer de significado más allá del momento para un niño puede convertirse en una cantinela que le acompañe el resto de su vida. El amor incondicional da seguridad a los niños, les aporta autoestima y autoconocimiento. Todos los padres quieren a sus hijos, sin embargo no todos los hijos saben que sus padres les quieren por encima de todo, esto se debe al amor condicionado que muchas veces, sin saberlo, damos a nuestros hijos, probablemente porque es la forma en la que nos amaron a nosotros, la única forma de amar que hemos aprendido. Es difícil entender este concepto del amor condicionado visto desde el ejemplo de unos padres hacia un bebe o niño pequeño porque enseguida habrá alguien que piense que el niño de mayor será un consentido (esta es la cantinela que acompaña a todos los padres que intentan criar a sus hijos de otra manera) sin embargo, espero que con este ejemplo quede claro lo dañino que puede ser el amor condicionado. Un niño a la hora de comer escucha la manida frase “si no te lo terminas, la mamá se va a enfadar y no te va a querer” ese niño muy pronto crecerá y se convertirá en un adolescente que utilizará su amor para manipular a sus padres “si no me compras ese móvil que tienen todos mis amigos, no voy a comer, y no te hablo, ¡déjame en paz!” ¿no es la misma situación a la inversa? El amor no debe usarse como moneda de cambio en la educación de nuestros hijos. El amor debe ser la unión de la familia, de la escuela, de la calle y del mundo. Amar y enseñar a amar para crear una sociedad mejor. Amar y respetar al niño, guiándole en su descubrimiento del mundo.
Podría haber escogido apego como primera opción pero considero que amor es mucho más universal y que abarca una emoción mucho mayor, y esta emoción es la que debemos transmitir a nuestros hijos. Los padres tenemos la oportunidad de enseñar a amar a nuestros hijos. Sí, enseñar a amar y a respetar a los demás, enseñarles a amarse a si mismos. Es algo tan fundamental que a veces creemos que es algo innato y no puede enseñarse. Pero los niños aprenden el lenguaje del amor a través de sus padres de ahí la importancia de que este lenguaje sea fluido e incondicional. De ahí la importancia de que el ritmo vertiginoso de vida que llevamos no nos robe un segundo para decirle a nuestro hijo cuánto le queremos y cuanto nos gusta estar con él. El niño amado crecerá más seguro. Encontrará en su hogar un refugio ante los problemas de la vida. Pero el amor de los padres, cuidadores y personas cercanas al niño debe ser incondicional y no estar sujeto a condiciones externas o a comportamientos del niño pues el amor condicionado (“si no comes, mamá no te va a querer”) creará inseguridad y ansiedad en el niño. Una frase que para nosotros puede carecer de significado más allá del momento para un niño puede convertirse en una cantinela que le acompañe el resto de su vida. El amor incondicional da seguridad a los niños, les aporta autoestima y autoconocimiento. Todos los padres quieren a sus hijos, sin embargo no todos los hijos saben que sus padres les quieren por encima de todo, esto se debe al amor condicionado que muchas veces, sin saberlo, damos a nuestros hijos, probablemente porque es la forma en la que nos amaron a nosotros, la única forma de amar que hemos aprendido. Es difícil entender este concepto del amor condicionado visto desde el ejemplo de unos padres hacia un bebe o niño pequeño porque enseguida habrá alguien que piense que el niño de mayor será un consentido (esta es la cantinela que acompaña a todos los padres que intentan criar a sus hijos de otra manera) sin embargo, espero que con este ejemplo quede claro lo dañino que puede ser el amor condicionado. Un niño a la hora de comer escucha la manida frase “si no te lo terminas, la mamá se va a enfadar y no te va a querer” ese niño muy pronto crecerá y se convertirá en un adolescente que utilizará su amor para manipular a sus padres “si no me compras ese móvil que tienen todos mis amigos, no voy a comer, y no te hablo, ¡déjame en paz!” ¿no es la misma situación a la inversa? El amor no debe usarse como moneda de cambio en la educación de nuestros hijos. El amor debe ser la unión de la familia, de la escuela, de la calle y del mundo. Amar y enseñar a amar para crear una sociedad mejor. Amar y respetar al niño, guiándole en su descubrimiento del mundo.
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