Nos hemos acostumbrado a una vida
de consumo. Somos felices esclavos de los gastos e impuestos que nos genera tener coche y justificamos sin complejos la
necesidad de tener en casa ordenador de sobremesa, portátil, tablet y
Smartphone. La infancia no es ajena a esta vida de consumo y en muchas
ocasiones las noticias nos recuerdan lo caro que es tener un hijo, ya no
digamos dos (o tres o cuatro…).
Está claro que tener
un hijo conlleva nuevos gastos para la familia, lo importante es saber cuáles
son los gastos realmente necesarios y si hay otro tipo de maternidad que nos
permita disfrutar más y gastar menos con nuestro bebe (o gastar lo mismo pero
donde nosotros queramos y no donde nos diga la
publicidad).
Otra maternidad es posible,
recuperar hábitos de nuestras abuelas nos puede ayudar a afrontar estos tiempos
de crisis y a la vez a cuidar el medio ambiente al tiempo que disfrutamos
plenamente de nuestro bebe. El “bebe ecológico” es más barato que el bebe
tradicional, así de claro. ¿bebe ecológico? Si, un bebe con cuidados naturales,
que coma alimentos naturales, que tome leche materna, no hablo necesariamente de
pañales de tela o de ropa de algodón sin blanquear (qué a la larga también sale más barato para nosotros y para el planeta)
¿Es una maternidad más sacrificada? no lo se. Es simplemente un estilo de vida que cada familia debe valorar. El problema fundamental es que en España la sociedad no está dispuesta a sacrificarse por la familia. No existe conciliación laboral y familiar y las ayudas a las familias son panfletos propagandísticos de fin de campaña electoral que no van a ningún sitio. Y lo peor es que las familias lo asumimos como algo imposible de cambiar.
¿Es una maternidad más sacrificada? no lo se. Es simplemente un estilo de vida que cada familia debe valorar. El problema fundamental es que en España la sociedad no está dispuesta a sacrificarse por la familia. No existe conciliación laboral y familiar y las ayudas a las familias son panfletos propagandísticos de fin de campaña electoral que no van a ningún sitio. Y lo peor es que las familias lo asumimos como algo imposible de cambiar.
No voy a entrar en el tema de
cuna o colecho, obviamente el colecho es más económico o carrito frente a
porteo, en esta ocasión también la opción “natural” es más (bastante más
económica) o los poco a poco cada vez más conocidos pañales de tela frente a
los desechables (que aunque parezca mentira llevan con nosotros menos de
treinta años y ya los vemos como insustituibles) una vez más la versión
respetuosa con el medio ambiente es más económica que la consumista. Hoy vamos
a ir a un tema que yo considero más importante que todo esto: la alimentación
de nuestros bebes.
Primero, recordar que la
Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de dos años de lactancia
materna, muy, pero que muy alejados de los seis meses que dan la mayoría de las
madres en España. Este desfase entre las recomendaciones médicas y la realidad
diaria se debe sobre todo a la incompatibilidad de la lactancia con la
incorporación de la mujer al trabajo sumado a una visión del feminismo
desfasada que lleva a pensar que sacrificarse por la maternidad es un acto de
“sumisión” (tema, que trataremos en otro post, porque da mucho que hablar).
Cada nuevo estudio confirma y aporta nuevos datos sobre los beneficios de la
lactancia materna tanto para el bebe como para la madre.
El primer año tendría que ser de lactancia
exclusiva a demanda pero, por desgracia la sociedad española, hoy por hoy, no
está preparada para este cambio. En cuanto el niño cumple los cuatro meses las
abuelas querrán darle un trozo de pan, “para calmarle las encías”. Ahora, que
conocemos bien los problemas de alergias e intolerancias que da el gluten esta
frase se ha retrasado hasta los seis meses. A los seis meses un bebe empieza ya
a estar “grande” y la gente, que cada vez es más directa en las criticas a la
madre que da el pecho a su bebe en público, así, la madre entre aturdida y
resignada decide “retirarle” el pecho al bebe. Y es el momento de empezar con
las papillas y potitos. Y aquí está una
de las mayores incongruencias de nuestra sociedad. Todos somos conscientes de
que un adulto que coma siempre comida precocinada no se está alimentando adecuadamente
¿por qué sin embargo nuestros bebes van a crecer fuertes y felices comiendo
siempre “comida rápida”? Biberones de leche de formula, potitos de verduras
precocinados, papillas presentadas en polvitos para simplemente añadir agua…
¿realmente es tan difícil preparar la comida de nuestros hijos en casa? Un potito de frutas es sencillamente fruta
triturada. Una papilla de verduras se prepara en 20 minutos cociendo unas
cuantas verduras variadas que tengamos en casa y cunde bastante más que uno de
esos caros botes que venden en el super.
Y luego nos sorprende que a los 3 o 4 años, de repente, no quieran comerse lo que les preparamos en casa.
Y luego nos sorprende que a los 3 o 4 años, de repente, no quieran comerse lo que les preparamos en casa.
Nuestra sociedad muy dada a las estadisticas,deberia preocuparse por las urgencias y estancias hospitalarias,entre bebes con destete tardio y los que toman leche artifial.muchos se sorprederan y la incidencia de las alergias entre uno y otro grupo.
ResponderEliminarHola Triabuela!
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Tienes razón,ojala alguien realizara un estudio amplio y representativo del ahorro que supondría para la sociedad la lactancia prolongada. Ya que no lo hacen por nuestra salud al menos que lo hagan por nuestros bolsillos. Lo primero que tendríamos que conseguir es una baja de maternidad más amplia que los ridiculos 4 meses actuales.