COLECHO

Dormir con los hijos es sencillamente un tema cultural, algo que en culturas como la japonesa es lo más normal del mundo aquí, en España, está muy mal visto, tanto que muchas familias niegan practicar el colecho o lo disimulan diciendo “de vez en cuando, si está malo, duerme con nosotros”  otras veces es la madre la que va de una habitación a otra, en una constante peregrinación nocturna, según la reclamen los hijos (o la pareja). 

Lo que debe quedar claro es que el colecho no se debe a la falta de espacio ni está relacionado con la pobreza ni nada parecido. Es una opción que debe tomarse en la intimidad familiar, y por tanto, debe ser respetada por amigos y familiares pues practicar el colecho no crea ningún trauma infantil ni está relacionado con niños más dependientes o consentidos ¿hasta qué edad dormirá el niño con los padres? eso depende de las características familiares, por lo general es a los tres años cuando el niño adquiere la confianza y autonomía suficiente para aceptar dormir en su propia habitación, en nuestro caso también ha sido así. Generalmente, el colecho se da en los casos de lactancia a demanda y de lactancia prolongada para favorecer el descanso y la comodidad de la madre.

Eso si, en caso de colecho se deben seguir unas pequeñas recomendaciones. Es más seguro que el bebé duerma en una cuna al lado de la cama al menos hasta que sea un poco grandecito. Es importante tener en cuenta que dormir con el bebé en un sofá puede tener mucho riesgo de caída y nunca debe hacerse. También debe evitarse el colecho si el adulto fuma, ha consumido alcohol o ha tomado drogas o medicamentos que produzcan somnolencia.

A pesar de estas indicaciones el colecho es bueno sobre todo porque favorece la lactancia materna y reduce los casos de muerte subita en los bebes. El Ministerio de Sanidad lo recomienda e incluso en algunos hospitales se han instalado cunas con sidecar para las habitaciones de los recien nacidos y sus mamás.
Habitación del Hospital 12 de Octubre de Madrid


BOWLBY

                  Psicólogo pionero en el desarrollo de las corrientes de crianza respetuosa y crianza con apego. Nacido en Londres en 1907 en una familia de clase alta vivió en primera persona la soledad infantil impuesta por unas normas y convenciones que poco o nada tenían que ver con las necesidades reales del niño y de la madre. Cuidado por niñeras e internado en un buen colegio desde la más tierna infancia su experiencia le aportó una sensibilidad especial hacia los más pequeños y sus necesidades más básicas que estudió y desarrolló a lo largo de toda su carrera, tratando de explicar como los niños nacen con un instinto natural para crear vínculos con los demás.
   


         Trabajó mucho con niños sin hogar y desfavorecidos. Sus estudios fueron muy radicales en su época, pienso que lo son hoy en día, pues se separó de la línea oficial dando mucha importancia a la relación personal directa entre el niño y la madre (o su cuidador principal). Sus estudios tuvieron mucha repercusión en el tratamiento hospitalario de los niños y también en la prevención de la psicosis.

       

         Su obra es conocida como Teoria del Apego y tiene una amplia solidez científica. Fue consultor para la ONU e influyó enormemente en la declaración mundial de los derechos del niño.

          Murió en Escocia en 1990 a los 83 años.

Te recomiendo la lectura de Los vínculos afectivos. Una recopilación de sus conferencias más relevantes que aporta una visión general sobre esta teoría que a pesar de los años y los estudios que la avalan sigue siendo novedosa y controvertida.









Los Valores de la Navidad

Mañana, por fin, es Navidad. Un año más las prisas de las últimas compras para la cena y los regalos nos hacen olvidarnos del verdadero significado de la Navidad, sin embargo, es importante hacer ver a los niños que las Navidades no son solo vacaciones y regalos, ya seamos más o menos religiosos, lo cierto es que estos días es imposible escapar al "espíritu navideño" y eso realmente no es algo malo. La solidaridad, el amor hacia los demás, el compañerismo, ese compartir que estos días parece fluir en el aire son una buena ocasión para demostrar a nuestros hijos que tras la frialdad de esta sociedad individualista hay un corazón caliente deseoso de salir a la superficie y ayudar a los demás.



Estos días de vacaciones y tiempo libre es un buen momento para acudir con nuestros hijos a algún acto solidario o de voluntariado. Hablar con ellos sobre que significa la Navidad, contar alguna tradición familiar. Debemos hacer participes a nuestros hijos de estos días de magia que una vez al año inundan nuestras calles de luces de colores, esperanza e ilusión.

NACIMIENTO DE UNA MAMÁ

No sé muy bien cuando me convertí en una activista pro maternidad natural (que no feminista a ultranza ni hippy trasnochada) creo que fue un proceso de conocimiento lento desde que me quedé embarazada hasta la situación que me hizo salir del armario, un  incidente de lo más normal en la playa: mi hijo lloraba, yo quería cogerlo en brazos y una lluvia de consejos no deseados sobre lo "malcriado" que era el niño me hizo despertar de mi letargo.

Estando embarazada ya barajé la posibilidad de dar a luz en casa con ayuda de una doula pero nuestra economía de entonces y el miedo a lo desconocido al ser padres primerizos nos llevó al hospital. Fue un parto largo, muy largo, pero feliz. Probablemente no fue un parto "soñado" pero cumplí dos de mis grandes deseos, no cortaron el cordón hasta que dejó de palpitar y pusieron al bebe en mi pecho antes de limpiarle y pesarle y todo eso. Una sensación indescriptible.


En ese momento cambió mi vida, pero no sólo mi vida, cambié yo como persona. Cambió mi forma de ver el mundo, mi forma de ver a las personas, pero sobre todo cambió mi forma de amar y comprendí que el amor era algo mucho más grande, más importante de lo que había pensado hasta ahora. Ese día entendí el puro amor.
Pero junto ese amor inefable que nos envuelve nos cubre también una lluvia de inseguridad que nos hace desconfiar de nuestro propio instinto, es normal,  durante años nos hemos acostumbrado a ignorarlo, y de pronto no sabemos que hacer, queremos hacer lo mejor pero ¿qué es lo mejor? 
Y si no es suficiente el vértigo de saber que eres responsable de una persona, que te necesita para todo, que te busca todo el tiempo, que necesita amor, alimento, calor, besos... Llegan los consejos no buscados, los estilos de crianza, miras a tu alrededor y te das cuenta de que algo no te convence,  algo no sirve, no estás cómoda. Yo comencé leyendo blogs, y ahora aquí estoy escribiendo mi propia experiencia, porque puede que más mujeres se sientan igual, perdidas, sin encontrar en su entorno las respuestas que el corazón les pide. Porque no se pude ir contra nuestro instinto natural. Porque somos mamás y estamos felices de serlo. 
Un abrazo 







IMPACIENCIA


La gente quiere que los niños aprendan a tener paciencia, que aprendan a esperar su turno para jugar en el parque, a esperar para tener un juguete, que aprendan a compartir… Pero las bondades de la paciencia deben  valer solo para los niños, en la edad adulta todos estos aprendizajes que nos parecen fundamentales para los niños, desaparecen. Queremos que los niños tengan respeto y paciencia pero no les ofrecemos ni lo uno ni lo otro. Les metemos prisa para que coman, para que se vistan, hasta para que jueguen, en los parques se ven numerosos ejemplos de la impaciencia que se tiene con los niños. 



El caso es que el nivel de estrés o, tal vez de exigencia, que tienen algunos padres hacia sus hijos hacen que la infancia se convierta en una tortura que mejor parsar de prisa como un mero trámite. Y es que por algún motivo los padres parece que nos sentimos impacientes por que nuestros hijos crezcan.

La mamá que lleva a su bebé en el carrito preguntará a la mamá del bebé del arenero ¿cuántos meses tiene? 8 responde – con ocho ya juegan - murmura la mamá novata, feliz por que piensa que así sus tardes en el parque serán menos aburridas, sin darse cuenta de que el aburrimiento está en ella misma y no en la actividad de su hijo, que la reclama desde el carrito con gestos y sonrisas pero al que no cogerá bajo ningún concepto  para que no se acostumbre a los brazos”.

Y de pronto, creció.

El bebe ecologico

Nos hemos acostumbrado a una vida de consumo. Somos felices esclavos de los gastos e impuestos que nos genera  tener coche y justificamos sin complejos la necesidad de tener en casa ordenador de sobremesa, portátil, tablet y Smartphone. La infancia no es ajena a esta vida de consumo y en muchas ocasiones las noticias nos recuerdan lo caro que es tener un hijo, ya no digamos dos (o tres o cuatro…).

 Está claro que   tener un hijo conlleva nuevos gastos para la familia, lo importante es saber cuáles son los gastos realmente necesarios y si hay otro tipo de maternidad que nos permita disfrutar más y gastar menos con nuestro bebe (o gastar lo mismo pero donde nosotros queramos y no donde nos diga la  publicidad).

Otra maternidad es posible, recuperar hábitos de nuestras abuelas nos puede ayudar a afrontar estos tiempos de crisis y a la vez a cuidar el medio ambiente al tiempo que disfrutamos plenamente de nuestro bebe. El “bebe ecológico” es más barato que el bebe tradicional, así de claro. ¿bebe ecológico? Si, un bebe con cuidados naturales, que coma alimentos naturales, que tome leche materna, no hablo necesariamente de pañales de tela o de ropa de algodón sin blanquear (qué a la larga también sale más barato para nosotros y para el planeta)

 ¿Es una maternidad más sacrificada? no lo se. Es simplemente un estilo de vida que cada familia debe valorar. El problema fundamental es que en España la sociedad no está dispuesta a sacrificarse por la familia. No existe conciliación laboral y familiar y las ayudas a las familias son panfletos propagandísticos de fin de campaña electoral que no van a ningún sitio. Y lo peor es que las familias lo asumimos como algo imposible de cambiar.

No voy a entrar en el tema de cuna o colecho, obviamente el colecho es más económico o carrito frente a porteo, en esta ocasión también la opción “natural” es más (bastante más económica) o los poco a poco cada vez más conocidos pañales de tela frente a los desechables (que aunque parezca mentira llevan con nosotros menos de treinta años y ya los vemos como insustituibles) una vez más la versión respetuosa con el medio ambiente es más económica que la consumista. Hoy vamos a ir a un tema que yo considero más importante que todo esto: la alimentación de nuestros bebes.

Primero, recordar que la Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de dos años de lactancia materna, muy, pero que muy alejados de los seis meses que dan la mayoría de las madres en España. Este desfase entre las recomendaciones médicas y la realidad diaria se debe sobre todo a la incompatibilidad de la lactancia con la incorporación de la mujer al trabajo sumado a una visión del feminismo desfasada que lleva a pensar que sacrificarse por la maternidad es un acto de “sumisión” (tema, que trataremos en otro post, porque da mucho que hablar). Cada nuevo estudio confirma y aporta nuevos datos sobre los beneficios de la lactancia materna tanto para el bebe como para la madre.

 El primer año tendría que ser de lactancia exclusiva a demanda pero, por desgracia la sociedad española, hoy por hoy, no está preparada para este cambio. En cuanto el niño cumple los cuatro meses las abuelas querrán darle un trozo de pan, “para calmarle las encías”. Ahora, que conocemos bien los problemas de alergias e intolerancias que da el gluten esta frase se ha retrasado hasta los seis meses. A los seis meses un bebe empieza ya a estar “grande” y la gente, que cada vez es más directa en las criticas a la madre que da el pecho a su bebe en público, así, la madre entre aturdida y resignada decide “retirarle” el pecho al bebe. Y es el momento de empezar con las papillas y potitos.  Y aquí está una de las mayores incongruencias de nuestra sociedad. Todos somos conscientes de que un adulto que coma siempre comida precocinada no se está alimentando adecuadamente ¿por qué sin embargo nuestros bebes van a crecer fuertes y felices comiendo siempre “comida rápida”? Biberones de leche de formula, potitos de verduras precocinados, papillas presentadas en polvitos para simplemente añadir agua… ¿realmente es tan difícil preparar la comida de nuestros hijos en casa?  Un potito de frutas es sencillamente fruta triturada. Una papilla de verduras se prepara en 20 minutos cociendo unas cuantas verduras variadas que tengamos en casa y cunde bastante más que uno de esos caros botes que venden en el super. 

Y luego nos sorprende que a los 3 o 4  años, de repente, no quieran comerse lo que les preparamos en casa.

AMOR


                              Hace unos años “amor” fue elegida como la palabra más bella del castellano. Lo cierto es que es una palabra bella, tanto por su significante como por su significado. A pesar de todo creo que la usamos poco. Ponemos poco en práctica el amor. Vivimos con prisas y estresados y esto nos impide disfrutar el amor día a día y únicamente prestamos atención al amor romántico, de vez en cuando. Sin embargo, el  amor es el motor del ser humano y debería serlo desde el primer segundo de vida (quizá antes). Por eso me alegro de que empiece por “A” y se convierta en la primera entrada de este diccionario básico de crianza consciente. 



     Podría haber escogido apego como primera opción pero considero que amor es mucho más universal y que abarca una emoción mucho mayor, y esta emoción es la que debemos transmitir a nuestros hijos.  Los padres tenemos la oportunidad de enseñar a amar a nuestros hijos. Sí, enseñar a amar y a respetar a los demás, enseñarles a amarse a si mismos. Es algo tan fundamental que a veces creemos que es algo innato y no puede enseñarse. Pero los niños aprenden el lenguaje del amor a través de sus padres de ahí la importancia de que este lenguaje sea fluido e incondicional. De ahí la importancia de que el ritmo vertiginoso de vida que llevamos no nos robe un segundo para decirle a nuestro hijo cuánto le queremos y cuanto nos gusta estar con él.  El niño amado crecerá más seguro. Encontrará en su hogar un refugio ante los problemas de la vida. Pero el amor de los padres, cuidadores y personas cercanas al niño debe ser incondicional y no  estar sujeto a condiciones externas o a comportamientos del niño pues el amor condicionado (“si no comes, mamá no te va a querer”) creará inseguridad y ansiedad en el niño. Una frase que para nosotros puede carecer de significado más allá del momento para un niño puede convertirse en una cantinela que le acompañe el resto de su vida. El amor incondicional da seguridad a los niños, les aporta autoestima y autoconocimiento. Todos los padres quieren a sus hijos, sin embargo no todos los hijos saben que sus padres les quieren por encima de todo, esto se debe al amor condicionado que muchas veces, sin saberlo, damos a nuestros hijos, probablemente porque es la forma en la que nos amaron a nosotros, la única forma de amar que hemos aprendido. Es difícil entender este concepto del amor condicionado visto desde el ejemplo de unos padres hacia un bebe o niño pequeño porque enseguida habrá alguien que piense que el niño de mayor será un consentido (esta es la cantinela que acompaña a todos los padres que intentan criar a sus hijos de otra manera) sin embargo, espero que con este ejemplo quede claro lo dañino que puede ser el amor condicionado. Un niño a la hora de comer escucha la manida frase “si no te lo terminas, la mamá  se va a enfadar y no te va a querer” ese niño muy pronto crecerá y se convertirá en un adolescente que utilizará su amor para manipular a sus padres “si no me compras ese móvil que tienen todos mis amigos, no voy a comer, y no te hablo, ¡déjame en paz!” ¿no es la misma situación a la inversa? El amor no debe usarse como moneda de cambio en la educación de nuestros hijos. El amor debe ser la unión de la familia, de la escuela, de la calle y del mundo. Amar y enseñar a amar para crear una sociedad mejor. Amar y respetar al niño, guiándole en su descubrimiento del mundo.

CRIANZA RESPETUOSA



La crianza respetuosa, también conocida como crianza con apego, busca el bienestar del niño respetando su desarrollo natural sin supeditarlo al ritmo de vida de los adultos. Lo primero que se debe dejar claro es el nombre de esta corriente que busca un regreso a la crianza natural. Se habla de crianza con apego e incluso de crianza con amor, pero  la denominación que prefieren  padres y profesionales que defienden esta crianza natural es crianza respetuosa o crianza consciente.  Decir crianza con apego o crianza con amor da lugar a errores y confusiones e incluso a malentendidos pues, en general, todos los padres tratan a sus hijos con amor y sienten apego hacia ellos, sin embargo no siempre se respetan los tiempos del niño.

La crianza respetuosa busca un equilibrio natural para la mamá y el niño. Se pretende volver a los orígenes de la maternidad, al instinto maternal. Pero no es un método con reglas y normas que haya que seguir al pie de la letra. No puede decirse que haya unas reglas determinadas, quizá la única es no dejar llorar al bebe sin más. Si el bebe o el niño lloran es porque les pasa algo, el llanto es su forma de comunicarse con los adultos, nunca una forma de chantaje. La crianza respetuosa más que una teoría es un estilo de vida para padres e hijos, algo que en algunos aspectos la hace parecer una moda elitista, pues se piensa que sólo los más privilegiados pueden permitirse que uno de los progenitores (suele ser la madre) se quede en casa para cuidar de sus hijos, pero en realidad es cuestión de prioridades: ¿Qué es lo que quiero para mi familia?



 Es cierto que la crianza respetuosa está muy relacionada con la lactancia materna y el colecho pero va más allá de estas actividades e incluso se da en familias que no practican ni una ni otra. Es una actitud. Es permitir al niño crecer y desarrollarse a su ritmo sin ajustarlo a la fuerza al estilo de vida de los adultos. Esto no supone un consentimiento total a los deseos del niño, hay límites, normas y responsabilidades, simplemente que estas se  intentan adecuar al desarrollo del bebe y el niño, y no a los deseos, muchas veces cambiantes, de los adultos.

Hoy en día los niños están expuestos a un ritmo de vida acelerado. El estilo de vida de la sociedad actual dominado por la economía y el consumo exige cada vez más precocidad a nuestros hijos. Se ha adelantado la edad de escolarización, se ha adelantado la edad a la que dejan de jugar y se ha adelantado su iniciación en la sexualidad. En definitiva, el tiempo de la infancia se ha reducido de forma considerable en las últimas décadas. De ahí la inquietud de muchos profesionales y muchos padres por dar a conocer la importancia de respetar las necesidades del niño.

La crianza respetuosa no  trata de sacar todo el rendimiento a nuestros hijos para que sean los mejores en el colegio, ni pretende que sean los niños más obedientes del parque. La crianza respetuosa deja a los niños ser niños, cada uno con su personalidad, y a los padres ser padres que abrazan, besan y atienden la llamada de sus hijos, sea la hora que sea, sin sentirse culpables por ellos.

No dejes de leer el libro Bésame mucho del doctor Carlos González.


NIÑOS MALOS Y PADRES QUE MALCRIAN


Método Estivil, crianza con apego, estimulación temprana… hoy en día gracias a Internet tenemos acceso a muchísima información sobre la crianza de nuestros hijos, probablemente más de la necesaria, tanta información nos hace dudar de la que debería ser la fuente principal de información: el instinto materno.

Hoy en día ser padre parece una tarea difícil, un trabajo duro, casi una obligación de la que hay que liberarse de vez en cuando. En un cursillo que recibí hace tiempo me comentaban que para que un matrimonio fuera bien debía  tener una hora al día, un día a la semana, un fin de semana al mes y una semana al año para estar juntos, solo la pareja, pero ¿qué pasa con la familia? ¿realmente necesitamos descansar de nuestros hijos? ¿No se está culpando, de esta forma, a los hijos de las dificultades o crisis matrimoniales? “Descansar de los hijos” es un consejo muy habitual entre amigos y familiares. Está claro que tener un hijo te cambia la vida, el problema es que me da la sensación, de que hoy en día  se da por hecho de que este cambio que se produce en la vida de la pareja es  a peor: fin de la libertad, responsabilidad total, dejar de pensar en uno mismo, no volver a dormir… La paternidad se presenta muchas veces como una cárcel sin rejas de la que los padres no escaparán jamás, “un hijo es para toda la vida”.

Unido a esta imagen pesimista de la paternidad está  la imagen actual de los niños que es también bastante mala. Se dice de los niños que son manipuladores, tiranos, dictadores. Parece que son malcriados desde que nacen, a veces me pregunto si realmente tenemos algo que hacer los padres o ya está todo perdido cuando escucho eso de “te está tomando el pelo” porque llevo a mi hijo, de tres años, en brazos del parque a casa. Supongo que quien dice esa frase será que piensa que mi hijo con tres años de “experiencia vital” ya ha aprendido el arte de manipular a las mujeres, yo lo que creo es que está cansado, así de sencillo.  Pues no parece tan sencillo, llueven los consejos no deseados sobre las bondades de “un cachete a tiempo” o la “torta terapéutica”. A pesar de que nuestra sociedad ha conseguido grandes avances en los derechos sociales estos parecen difuminarse cuando se trata de los niños y muchas veces se consienten comportamientos con los niños que serían impensables con un adulto, por ejemplo, existen bares que prohíben la entrada a niños porque “molestan” (estoy hablando de bares normales, no de discotecas ni casinos) ¿aceptaríamos un bar que prohibiera la entrada a la gente mayor? Esto se da también en hoteles, balnearios, incluso algunas casas en alquiler ponen como condición que no haya niños para alquilar la casa.  ¿Qué esperamos de esta sociedad que rechaza a la infancia? ¿qué esperamos de una sociedad que da la espalda a su futuro?





La crianza respetuosa pretende devolver a la infancia la inocencia que se esperaba de ella hace no tantos años. Devolver a los niños la libertad del juego. Devolver a los padres la libertad de amar y cuidar a sus hijos sin la presión de crear ciudadanos modelos que no molesten y que no hagan ruido.
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